Paola Jaumot
La dura realidad que esconde el fast fashion
La mayor parte de la ropa que llevamos la cosen millones de mujeres asiáticas en condiciones extremas. Hasta el 90% de la mano de obra del sector textil son mujeres. Las trabajadoras de estas fábricas viven generalmente en el desarraigo social y familiar, lo que las hace vulnerables a la explotación.

Es fácil averiguar dónde se hacen nuestras piezas de ropa. Solo tienes que mirar la etiqueta: made in China, India, Vietnam, etc… Y todos intuimos las duras historias que se ocultan detrás. Blusas, vestidos, pantalones de marcas de fast fashion a precios muy asequibles ¿Cómo es posible? ¿En qué condiciones laborales se habrán fabricado para que sean tan baratos? Es muy probable que las mujeres que confeccionan esas prendas no reciban un salario justo.

El aumento de la demanda del fast fashion sólo apoyará las prácticas de explotación, actividades que desafían los derechos humanos y falta de ética.
La compra de segunda mano y la ética van de la mano. Como comprador de segunda mano, estarás contribuyendo menos a la producción. Esto sucede cuando nosotros, como sociedad global, elegimos comprar menos productos nuevos. Si reducimos la demanda, reducimos la explotación laboral.
Si cambiamos nuestros hábitos de compra, los fabricantes tendrán que cambiar también sus estrategias de producción. Así que, cada vez que compras de segunda mano, inviertes en la construcción de un mundo más justo al reducir los talleres de explotación y el trabajo esclavo.

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